sábado, 11 de febrero de 2017

Verso



es hielo abrasador, es fuego helado*  Quevedo  



Cuando el verso se vuelve dulce y suave
cual caricia que pasa suavemente,
cuando roza las fibras de la mente
abriéndole una puerta con su llave.

Cuando el verso se eleva como un ave,
levitando su ser sobre el presente;
dejándose llevar por lo que siente,
olvida por momentos lo que sabe.

Cuando el verso aparece por sí solo,
brotando de su fuente natural,
y fluye bellamente poetizado.

Liberado de todo protocolo,
es nuevo, carismático, especial;
es hielo abrasador, es fuego helado...*

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